Con Kurky, la Maison Francis Kurkdjian reinventa la fragancia regresiva como un manifiesto alegre. Inspirada en el apodo cariñoso que se le dio a Francis Kurkdjian cuando era niño, esta creación celebra la inocencia perdida, pero nunca olvidada. Como un caramelo picante, una vainilla lechosa o unas palomitas de maíz caramelizadas, sus facetas gourmet despiertan risas enterradas, una chispa de despreocupación.

"Todos los adultos fueron alguna vez niños, pero pocos se acuerdan", escribió Saint-Exupéry. Kurky nos invita a redescubrir esta luz dentro de nosotros mismos.