Inspirada en los tesoros escondidos en los cajones de la sacristía de la Basílica de San Pedro, esta fragancia evoca una atmósfera "institucional" que recuerda a los ritos romanos transmitidos por la Iglesia de Roma. Las notas de salida aldehídicas cautivan los sentidos, mientras que las notas de corazón de jazmín evocan una elegancia atemporal. Finalmente, los acordes de incienso, cuero y ámbar en la base crean una huella cálida y mística, que recuerda la solemnidad y la tradición del sumo oficio sacerdotal, encarnado por el Pontifex Maximus.
Filippo Sorcinelli es un artista italiano excepcional. En 13, se convirtió en organista en las catedrales de Fano, Rimini, San Benedetto del Tronto, y más tarde, tomó cursos en el Instituto Pontificio de Música Sagrada y participó en prestigiosos festivales de música en Italia.