Filippo Sorcinelli, un amante de todas las cosas francesas, jugó primero con la similitud de las palabras "orgue", como en el instrumento musical que se encuentra en las iglesias, y la "orgue" del perfumista, equipo para las materias primas y primero mencionado en el 1884 La novela A Rebours de JK Huysmans.

Esta proximidad lingüística resuena con la cercanía estética entre los perfumes y la música. Al igual que los perfumes, una pieza musical se desarrolla en el tiempo, tiene una progresión (una cabeza, un corazón y una sustancia), así como crescendos y decrescendos. En ambos mundos hablamos de “notas”, “composiciones” y “armonía”.

Ya en 1865, Septimus Piesse ya había establecido un rango de correspondencias entre las notas musicales y las materias primas de la perfumería.