« J'éprouve que, pour gagner les hommes, il n'est point de meilleure voie que de se parer à leurs yeux de leurs inclinations, que de donner dans leurs maximes, encenser leurs défauts et applaudir à ce qu'ils font. »

El verbo francés " encenser ” utilizado en esta cita de“ L'Avare ”de Molière es testigo de la función de purificación asociada con el incienso, conocido por su poder anti-olor.

Durante miles de años, los hombres han fumigado para honrar a los dioses y aumentar su nivel de conciencia. El incienso (o "oliban") proviene de las resinas de las resinas de Boswellia, un arbusto originario de Dhofar, en la frontera entre Omán y Yemen. Hoy en día, estos árboles solo crecen en algunas regiones de Sudán, Etiopía, Yemen y Somalia.

Existen diferentes tipos de incienso: el de los gránulos, que consiste principalmente en resinas aromáticas puras; palos de bambú impregnados con una mezcla aromática seca; Finalmente, los conos, que tienen la particularidad de liberar una fragancia intensa en muy poco tiempo.

El incienso asocia lo humano con lo divino, lo finito con lo infinito, lo mortal con lo inmortal. No hay tanta diferencia, en este sentido, entre el humo de la pira funeraria, el del copal maya, el incienso cristiano y el humo de tabaco entre los nativos americanos.

En la religión cristiana, la quema de incienso simboliza la oración: cuando el humo de incienso sube al cielo, nos recuerda que nuestra intención debe ser dirigida hacia ella. En el antiguo Egipto, el oliban se usaba para tratar enfermedades pulmonares y hepáticas. Además, el incienso de resina se ha utilizado médicamente durante siglos en Egipto, China y Grecia por sus propiedades curativas y antiinflamatorias.

En el este, toda una cultura se ha desarrollado a lo largo de los siglos en torno al incienso y sus rituales. En Japón, el "camino del incienso" (" kodo "En japonés) no solo se asocia con un placer olfativo, sino también con una experiencia estética y espiritual que permite alcanzar el estado de paz interior suprema.